Las nuevas generaciones, aquellas que vinieron al mundo en los últimos cinco años de los 90’s, seguramente estén rozando la mayoría de edad, o posiblemente recorrieron ese sendero hace ya algún tiempo considerable, integran un profundo universo poblacional que concentra a los millennials y los centennials.
Esta generación ostenta una buena instrucción escolar, viven desde niños magníficas oportunidades sociales y culturales que prometen generosas expectativas profesionales, atesoran un estatus económico superior que incluye a los solventes debido a los patrocinios y becas institucionales o empresariales, es muy viable que un nutrido porcentaje de ellos estudien en escuelas o universidades privadas o trabajen en puestos directivos del sector público y/o privado, que obtuvieron sobretodo por influencia de sus benefactores. Son innovadores y creativos, poseen una alta sensibilidad con las personas y con el medio ambiente, aprecian los estados bellos de la vida y son alegres frente a situaciones que no les estrese, disfrutan el estar solos y aprecian los momentos de tranquilidad.
La mayoría de ellos no teme a mostrarse auténticos y transparentes, para ellos la dignidad de la persona es lo que más vale, usan la creatividad para mejorar las situaciones y colaboran con el cuidado del planeta. Esta generación opta por ser pasiva y serena, temer a los conflictos les sirve de ayuda para evitar cualquier crisis.
Estos jóvenes son los hijos de la Generación X, quienes al atravesar carencias se empeñaron en salir adelante para darles a sus descendientes una mejor calidad de vida, y un futuro más cómodo e indoloro, esto trajo consigo un grave problema, unos chicos más despreocupados y bastante «débiles, quebradizos, de cristal». Tenemos a la generación más preparada académica e intelectualmente de la historia, tienen más títulos y parecen muy dispuestos a luchar por sus ideales en un mundo lleno de retos, son más independientes en lo político y abrazan la diversidad, pero suele haber individuos vulnerables tras esa coraza, se derrumban ante cualquier problema azotados por la depresión y la ansiedad, se aíslan de los adultos, pero al mismo tiempo son co-dependientes de sus padres para resolver los problemas, están atrapados en un mundo que no les gusta enfrentar.
El miedo es la emoción más paralizante para ellos; creen que las cosas no durarán para toda la vida, y la devastación emocional es parte de su rutina diaria, algunos de ellos son tan frágiles que han sido diagnosticados con una salud psíquica débil. La toma de decisiones no es su fortaleza, y sus problemas se desbordan en un abrir y cerrar de ojos, la angustia existencial los envuelve y la incertidumbre es su constante. Son frágiles porque emocionalmente no son estables. En el mundo anglosajón los llaman la generación snowflake, porque son tan frágiles como un copo de nieve, su fragilidad los ha colocado como una generación que puede dar muchas sorpresas. La inestabilidad en la que viven ha provocado que sus padres los sobreprotejan de la realidad. Para ellos la frase "comprometerse es nada" y "el para siempre no existe"; son ligeros, delicados, y le han pedido a los adultos que intervengan en situaciones que consideran de riesgo.
La singularidad que los estandariza es estar siempre prestos ante cualquier oportunidad de éxito, triunfo y fortuna, pero si sus posibilidades se les estropean o simplemente se sienten criticados por algún individuo o colectividad, desatan una oleada tiránica de violencia, ira e intolerancia desproporcionada, concibiendo un fuerte romanticismo con el suicidio. Viven la vida ofendiéndose con facilidad, manifestando hipersensibilidad ante el menor contacto con la adversidad y mostrándose delicados ante situaciones de estrés, poseen una salud emocional súper frágil y quebradiza que permanentemente los agobia, son anímicamente inestables, paradójicamente inseguros de muchas capacidades personales y económicas que los caracteriza, probablemente tengan una vulnerabilidad congénita de la era digital como factor de su debilidad. Visualizan al mundo como algo efímero en su totalidad, son «frágiles» porque existe una autoridad devaluada que los sobreprotege, sufren de falta de empatía, un gran desinterés por la «lectura» y la cultura; sin embargo, prevalecen sus habilidades audiovisuales.
Asimismo, se caracterizan por tener baja autoestima y confían muy poco en sus habilidades reales, por ello necesitan reconocimiento constante y tienen poca tolerancia al juicio antagónico, al rechazo y la frustración, viven una vida carente de reflexión a pesar de apegarse a ideales como el ecologismo, el proteccionismo animal y la conciencia social. No tienen una cultura del ahorro, sus acciones son realizadas siempre a corto plazo, la mayoría de ellos padecen el sentimiento de impotencia frente a todo lo que les rodea.
«No tengo que estar de acuerdo con lo que alguien piensa, por quién vota o por qué votó, pero respaldaré su derecho a decirlo o creerlo. Eso es democracia. Mucha gente luchó por la libertad y la igualdad, pero la generación ‘Snowflake’ busca una razón para sentirse ofendida. Si no estás de acuerdo con ellos, se ofenden, y ese no es el motivo por el que lucharon tantos hombres y mujeres», afirma el actor y luchador profesional estadounidense Dwayne Johnson «The Rock». «Afortunadamente ahora vivimos en un mundo que ha progresado mucho en los últimos 30 o 40 años. Las personas pueden ser lo que quieran, estar con quien quieran y vivir como quieren. Desde mi punto de vista se trata de algo positivo, pero la generación “Snowflake”, o como quieran que se llamen, en realidad nos hacen retroceder», concluye.
Los jóvenes en la actualidad se ahogan en un vaso de agua, pese a ser más preparados se derrumban fácilmente, si nosotros como ciudadanos seguimos o ignoramos esta realidad, y normalizamos estas actitudes, nos convertiremos en una sociedad de cristal e iremos rumbo a un planeta de cristal. Si nos convertimos en una producción en cadena de intolerantes y frustrados con grandes oportunidades desechadas, solo fortaleceremos la peligrosa conducta suicida en vez del ideal pragmático ante los problemas que desbordan las capacidades, es un grave error continuar con el sistema educativo y de valores que engendra a los «niños y niñas de cristal», debemos educar a esta y a las próximas generaciones de forma responsable y libre.
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