Detrás del nombre de Sophie Scholl está la historia de una joven que defendió sus ideas contra el nazismo de una forma pacífica, algo que le costó la vida. Murió en la guillotina con tan solo 21 años acusada de “alta traición”.
¿Su delito? Formar parte de La Rosa Blanca, un movimiento que durante la Segunda Guerra Mundial repartía folletos con mensajes contra el Tercer Reich hasta que la Gestapo los descubrió. Cada 18 de febrero, se conmemora el aniversario del arresto de sus miembros.
El legado de Sophie Scholl y las actividades de protesta pacífica de La Rosa Blanca convirtieron su figura en un icono de la libertad en Alemania. A pesar de que sus miembros fueron asesinados, el mensaje de La Rosa Blanca sobrevivió. Colegios y calles llevan su nombre -también el de su hermano Hans- recordando su valentía y su papel de resistencia. Su nombre permanece visible en el templo Walhalla, monumento de los alemanes ilustres, y su historia ha sido llevada al teatro y al cine con la película Sophie Scholl: Los últimos días.
La Rosa Blanca, origen y resistencia:
Sophie Scholl fue la única mujer de La Rosa Blanca. Cuando tenía doce años, como la mayoría de las niñas de su edad, entró en la Liga de Muchachas Alemanas, organización femenina de las Juventudes Hitlerianas. A medida que fue entendiendo lo que planteaba el nazismo fue tomando una fuerte oposición a Hitler. En 1942 comenzó a estudiar Biología y Filosofía en la Universidad de Múnich, donde empezaron a aparecer panfletos y escritos en las paredes de un movimiento opuesto a la guerra: La Rosa Blanca. Cuando Sophie se enteró de que tras él estaban su hermano Hans y sus amigos, se unió a ellos.
La Rosa Blanca quería ejercer una resistencia no violenta al Tercer Reich. Su objetivo era intentar que la sociedad escuchara otras voces y lograr que otras personas tomaran conciencia de lo que estaba sucediendo. Querían cambiar el mundo con sus ideas. ¿Y cómo lo hacían? El grupo redactaba, reproducía copias y repartía de forma secreta panfletos denunciando el asesinato de personas judías y pidiendo el fin de la guerra. Una utopía en forma de cuartilla.
“Cualquier alemán honesto se avergüenza de su gobierno actual”, “Todas las palabras que salen de la boca de Hitler son mentiras”, “No conseguirán callarnos. Somos la Rosa Blanca, tu mala conciencia, y no te dejaremos en paz”, son algunas de las frases incluidas en las cientos de hojas que distribuyeron en una docena de ciudades, desde Hamburgo, al norte de Alemania, hasta Austria.
Sophie Scholl y su hermano Hans, tras su arresto por la Gestapo. |
El 18 de febrero de 1943 repartieron estos panfletos por los pasillos de la universidad de Medicina de Múnich, coincidiendo con la salida de las aulas del alumnado. Sophie lanzó un puñado desde el último piso y esa lluvia de folios fue su condena y su última acción como parte de La Rosa Blanca.
Un conserje denunció a los hermanos Scholl a la Gestapo, la policía secreta de la Alemania Nazi. Sophie y Hans fueron interrogados, y después de un juicio corto, sin opción a tener un abogado, a los cuatro días de ser detenidos, fueron condenados por traición a la patria y sentenciados a la guillotina. Evitaron divulgar la identidad del resto de miembros del grupo, pero las autoridades dieron con ellos de todas formas. En pocos meses todos habían sido ejecutados. Hoy, La Rosa Blanca es sinónimo de la defensa de las ideas de una forma pacífica, de lucha y de libertad. De hecho, en el reverso del escrito de la acusación contra Sophie, la joven escribió una palabra: Libertad.
Es también muy reconocida la última frase que pronunció antes de morir: “Un día tan hermoso y soleado, y yo tengo que irme… ¡Qué importa mi muerte si, a través de nuestros actos, miles de personas se despiertan y se mueven a la acción!”
Amnistía Internacional y el derecho a la protesta:
Como el caso de La Rosa Blanca, las protestas pacíficas han sido a lo largo de la historia impulsoras de denuncias y rendición de cuentas. En definitiva, han sido fuente de cambio social en todo el mundo y han desempeñado un papel decisivo a la hora de que instituciones reconozcan nuestros derechos humanos. Fue el caso de la Marcha de las Sufragistas para conseguir el derecho al voto de las mujeres, la Marcha de la Sal contra el dominio colonial británico en India en 1930, la marcha sobre Washingtonde 1963 en la que Martin Luther King pronunció su famoso discurso “I have a dream”, las marchas del Orgullo tras los disturbios de Stonewall en 1969, o las protestas de Black Lives Matter en los últimos años. Hay innumerables ejemplos de que, cuando la gente se ha unido, ha hecho historia y nos ha legado los derechos y libertades que hoy disfrutamos.
Protestar pacíficamente es un derecho protegido por varios tratados internacionales y regionales. Cuando se participa en una protesta, las personas ejercen diversos derechos humanos. Además del derecho a la libertad de expresión y de reunión pacífica, se incluyen otros que son esenciales para permitir la protesta pacífica, como el derecho a la vida, a la libertad de asociación, a la privacidad y a no sufrir detención y reclusión arbitrarias ni tortura y otras penas o malos tratos.
Los Estados tienen el deber de respetar, facilitar y proteger este derecho. Esto significa que no deben interferir en las protestas, a menos que exista una amenaza legítima para la seguridad y los derechos de otras personas. Si la policía intenta impedir o limitar una protesta, esa intervención debe ser proporcionada y necesaria.
Sin embargo, el derecho de protesta está amenazado en todo el mundo. Desde Rusia a Sri Lanka, pasando por Francia, Senegal, Irán, Nicaragua, Perú o España, las autoridades de los Estados adoptan medidas de todo tipo para reprimir la disidencia organizada. Cada vez más leyes y otras medidas restringen el derecho a la protesta. A ello hay que sumar el uso indebido de la fuerza, la expansión de la vigilancia ilegal, apagones y censura de Internet, y la estigmatización de colectivos.
Ante estas amenazas, Amnistía Internacional cuenta con su campaña ‘Protejamos La Protesta’ para denunciar las violaciones del derecho a protestar y apoyar a los movimientos en sus demandas de rendición de cuentas. Esta campaña pide a los gobiernos que transmitan el mensaje de que hay que proteger a quienes protestan y los exhorta a que eliminen los obstáculos y las restricciones injustificadas para poder ejercer el derecho a la protesta pacífica.
Fuente: Amnistía Internacional
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