Los sentimientos más oscuros se encuentran en estos versos, ten cuidado al pronunciarlos de noche y en la soledad.
La poesía es un arte caprichoso y creativo, no sólo para su autor, también lo es para los lectores, quienes pueden aprovechar la rima y libertad de los versos para adaptarlos a sus propias fantasías, deseos, temores o placeres, ya sean los positivos, encaminados al bien, o todo lo contrario; aquellos que perturban las buenas costumbres o las mentes cerradas. Cada quien sabe que es lo que se cosecha y se guarda en lo más profundo de su mente y su corazón.
Algunos poetas han sido llamados malditos, incluso satánicos, pero esto tiene que ver poco con su fe o intenciones y mucho con el contexto histórico y social en el que vivieron. Muchos de estos mal llamados poetas malditos únicamente iban en contra de lo establecido y estaban más en contacto con su lado oscuro. Sin embargo, la carga energética de estos poemas, además de las temáticas perversas que se manejan es innegable. Para muestra de esto preparamos la siguiente selección de poemas perturbadores.
Walt Whiltman: "En medio de la multitud"
Entre los hombre y las mujeres de la multitud sé que él me elige a través de secretas y divinas señales. No reconoce a ninguno de los otros, ni padre, ni madre, ni mujer, ni marido, ni hermano, ni hijo, más cercanos que yo. Algunos se equivocan, pero no él; él me conoce.
¡Oh! amante perfecto, yo deseo que me descubras así por sendas indirectas y débiles, porque cuando yo te descubra, lo haré también por sendas indirectas y débiles.
François Villon: "Balada de los ahorcados"
Hermanos humanos que viviréis después de nosotros, no tengáis los corazones endurecidos, pues, si tenéis piedad de nosotros, pobres, Dios tendrá de vosotros misericordia.
Aquí nos veis colgados a cinco o seis; en cuanto a la carne, que excesivamente hemos nutrido, hace tiempo que está devorada y podrida, y nosotros, los huesos, nos tornamos ceniza y polvo. De nuestro mal nadie se ría: ¡Pero rogad a Dios que a todos nos absuelva!
Si hermanos os llamamos, no debéis tener desdén, aunque fuimos muertos por Justicia. Pero sabed que todos los hombres no tienen arraigada sensatez.
Perdonadnos, puesto que hemos partido hacia el hijo de la Virgen María, y que su gracia no esté para nosotros agotada, preservándonos del rayo infernal. Estamos muertos, que nadie nos atormente; ¡Pero rogad a Dios que a todos nos absuelva!
La lluvia nos ha bañado y lavado, y el sol, desecado y oscurecido: Urracas y cuervos nos han socavado los ojos y arrancado la barba y las cejas.
Jamás, en ningún instante, tenemos sosiego; hacia aquí, hacia allá, según sus variaciones, el viento nos mueve sin cesar a su albedrío, más picoteados de pájaros que un dedal. No seáis, entonces, de nuestra cofradía; ¡Pero rogad a Dios que a todos nos absuelva!
Príncipe Jesús, que sobre todos tienes dominio, no dejes que el infierno tenga en nosotros señorío: Que no tengamos con él, nada que saldar. Hombres, aquí no hay razón para bromear; ¡Pero rogad a Dios que a todos nos absuelva!
Charles Baudelaire: "El Albatroz"
A menudo, para divertirse, los hombres de la tripulación cazan albatros, vastos pájaros de los mares, que siguen, indolentes compañeros de viaje, al navío que se desliza sobre los abismos amargos.
Apenas ellos se depositan sobre las tablas, estos reyes del azul, torpes y vergonzosos, lastimosamente abaten sus grandes alas blancas como de los remos arrastran al costado de ellos.
¡Este viajero alado, como ellos esta torcido y endeble! ¡Hace poco tan hermoso, que él está ahora cómico y feo! ¡Con una pipa uno el pico le ha quemado. El otro imita, en renquear, al enfermizo que volaba!
El poeta está semejante al príncipe de las nubes que frecuenta la tempestad y se ríe entre el arco; desterrado en el suelo en medio de los gritos, sus alas de gigante le impiden caminar.
Tristán Corbière: "Pobre Muchacho"
El, que altivo silbaba su tonada en falsete, se humillaba ante mí: lo veía buscar… No encontrar…, me gustaba percibir la torpeza de este héroe que no supo descubrir que me amaba.
Sobre su corazón tempestuoso alcé Cabrillas. Él miraba… ¿Eso lo consumía? ¡Qué instrumento tan reacio a dejarse pulsar, un poeta!… Y pulsé. Yo pulsé y me gustaba.
¿Ha muerto?… Era un muchacho, por lo demás curioso. ¿Tomó excesivamente en serio su papel? Sin decírmelo… al menos. Porque ha muerto, ¿de qué?
¿Acaso se dejó vaciar de poesía? ¿Moriría de tisis, de beber o de chic? O quizás, finalmente: de nada... O bien de Mí
Paul Verlaine: "A una mujer"
A usted, estos versos, por la consoladora gracia de sus ojos grandes donde se ríe y llora un dulce sueño; a su alma pura y buena, a usted estos versos desde el fondo de mi violenta miseria.
Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla que me visita no me da tregua y, va, furiosa, loca, celosa, multiplicándose como un cortejo de lobos y se cuelga tras mi sino, que ensangrienta.
Oh, sufro, sufro espantosamente, de tal modo que el primer gemido del hombre arrojado del Edén es una égloga al lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener son como las golondrinas que un cielo al mediodía, querida, en un bello día de septiembre tibio.
Edgar Allan Poe: "Solo"
Desde el tiempo de mi niñez, no he sido como otros eran, no he visto como otros veían, no pude sacar mis pasiones desde una común primavera.
De la misma fuente no he tomado mi pena; no se despertaría mi corazón a la alegría con el mismo tono; y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces -en mi niñez- en el amanecer de una muy tempestuosa vida, se sacó desde cada profundidad de lo bueno y lo malo el misterio que todavía me ata:
Desde el torrente o la fuente, desde el rojo peñasco de la montaña, desde el sol que alrededor de mí giraba en su otoño teñido de oro, desde el rayo en el cielo que pasaba junto a mí volando, desde el trueno y la tormenta, y la nube que tomó la forma (cuando el resto del cielo era azul) de un demonio ante mi vista.
Dylan Thomas: "Y la muerte no tendrá dominio"
Y la muerte no tendrá dominio. Muerto es desnudo, todos serán uno con el hombre en el viento y la luna occidental; cuando sus huesos estén limpios y limpios sus huesos se hayan ido, tendrán estrellas en los codos y pies; aunque vayan locos serán cuerdos, aunque se hundan en el mar se elevarán, aunque se pierdan los amantes el amor no, y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio. Bajo las vanas corrientes del océano ellos yacen a lo largo sin morir en vano, torciéndose cuando los nervios acechan, atados a una rueda, ellos no se quebrarán; lLa fe en sus manos nunca se romperá, y el unicornio correrá entre los males; separando todo jamás se desarmarán; y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio. Las gaviotas ya nunca clamarán en sus oídos, ni las olas romperán sonoras sobre la costa; cuando brote un capullo la flor no alzará la cabeza a los golpes de la tormenta; aunque sean dementes y muertos como clavos, líderes de los martillados entre margaritas; descansando al sol hasta que el sol descanse, y la muerte no tendrá dominio.
Charles Baudelaire: "Toda una noche"
Toda una noche junto a una horrible judía –como cadáver junto a un cadáver tendido– pensé al lado de aquel cuerpo vendido en la triste belleza deseada por mi amor.
Entonces evoqué toda tu serena majestad, tu mirar lleno de fulgor y de gracia los cabellos que forman una perfumada diadema cuyo único recuerdo enajena mi pasión.
Porque besaría con fervor tu noble cuerpo y en largas caricias vertería un tesoro desde tus fragantes pies hasta tu cabello negro.
¡Oh, si pudieras al fin, reina de las crueles, velar toda una noche con sinceras lágrimas, el esplendor que tus pupilas de hielo irradian!
Paul Verlain: "Cita"
En el dormitorio fatal de la casa más fatal todavía donde irracionalmente aún reinan la moral y la razón él parece esperar (sin creerlo) una conocida presencia y dice con aliento entrecortado:
Tu voz retumba en mi alma tus ojos chispean en mi corazón y aunque para el mundo es infame es un hecho, ¡oh mi vencedor! Estoy triste y alegre, pero el impacto del amor persiste.
El amor lagrimea burlón, ¡Oh tú, bello como un lobezno! Llegas a mí, indomable muchacho vienes sonriente y hablador con tu astuto cuerpo y tu palabra violentando todos mis escrúpulos con tu extrema juventud, con esa niñez todavía sin despejarse, pero también por todo lo que tengo de bestial.
Transcurrieron dos o tres años tiempo suficiente para virilizar tu flor de entonces y tu vigor que fácilmente se agotaba.
Ahora debes ser un muchacho fuerte y qué bien estaríamos de nuevo si vinieras. Pero me traicionas. Siempre lo prometes y jamás cumples; y a pesar de jurarlo por el cielo y la tierra, no acudes a la cita.
¡Ah, ven esta vez, ven y calma mis deseos que se tornan delirantes! Yo te espero como al Mesías. Te aguardo, ven pues y cae en mis brazos, te ofreceré una fiesta selecta y extraña: Ven para comprobarlo.
Sus fosfóricos ojos destellan y con la pluma que usa para escribir sus poemas, acaricia sus labios que malévolos sonríen.
Ernest Dowson: "Amor Profanus"
Más allá de la pálida memoria, en algún misterioso bosque oscuro existe un lugar hecho de sombras, donde las palomas nunca anidan, un lugar olvidado por el sol: He soñado que allí nos reuníamos para maravillarnos de nuestro viejo amor.
Reunidos allí, por casualidad, largos años habían pasado vagando por la espesura sombría; y aquel antiguo lenguaje del corazón intentamos en vano evocar: ¡Oh, que melodía furtiva!
Sobre nuestros pálidos labios han corrido las aguas del olvido que coronan el amor de todos los mortales.
En vano balbuceamos, desde lejos, nuestro viejo deseo brilló frío y muerto: Esa vez fue lejano como una estrella, cuando los ojos alumbraban y los labios eran carmesí.
Sin embargo fuimos con los ojos abatidos, sin encontrar placer en la cercanía, como dos pobres sombras desconsoladas.
¡Oh, Amor! Mientras la vida sea nuestra, no acumules los pétalos rosas y blancos, arranca la hermosura que huye de las flores para que adornen nuestro pequeño sendero de luz:
Pues pronto habremos de ahogarnos en la amarga hierba de los muertos; separados, tristes espectros de la noche.
Justo hasta acá termina el compilado de poemas malditos. Realmente esperamos que estos versos no hayan perturbado tu paz.
Fuente: Cultura Colectiva
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