Al asesinar a este elefante, Thomas Alva Edison pretendía ser el mejor científico de su época dejando atrás al mítico Nicola Tesla.
A principios del siglo XX, justo cuando el mundo creyó que la Revolución Industrial no tenía nada más que ofrecerle; un par de gigantes de la ciencia se encontraron en medio de una contienda por saber quién había desarrollado el mejor descubrimiento en cuanto a electricidad. Thomas Alva Edison y Nikola Tesla discutían sobre las utilidades y peligros de las corrientes alterna y continua.
Mientras Tesla era visto como una especie de mesías por tratar de regalar —literalmente— la energía eléctrica a la humanidad entera, Edison perdía popularidad a pesar de que sus inventos competían con los de Tesla. Entre estas creaciones estaba la cámara de vídeo que el mismo Thomas utilizaría para darle inmortalidad a uno de sus momentos más oscuros y crueles: El asesinato de la elefanta Topsy.
¿Nacida para sufrir?
Como casi cualquier animal de circo en el siglo XIX, Topsy fue arrebatada de su familia con la única intención de ser adiestrada y expuesta en diferentes espectáculos a lo largo de los Estados Unidos. A sus ocho años fue traída desde la India por el presentador de circo Adam Forepaugh en 1875 e inmediatamente fue llevada a las carpas circenses para su exhibición como un elefante bebé a pesar de que su edad ya era relativamente avanzada.
Desde que se presentó ante el público por primera vez, Topsy fue sometida a situaciones que la dejarían traumatizada de por vida; la primera de ellas fue desfilar en la cima de una estructura metálica de 9 metros de altura. Si es cierto aquello de que un elefante nunca olvida, entonces podemos sumar el maltrato que la elefanta sufrió por parte de sus cuidadores, lo que presuntamente causó en el animal un fuerte resentimiento que expresaba a partir de una actitud violenta hacia las personas que le rodeaban.
La venganza es un plato que se sirve... por toneladas:
Lo cierto es que todo el mundo tiene un límite y el de Topsy llegó en 1900 cuando, furiosa, se soltó de la pequeña prisión que le servía de jaula y atacó a dos de sus cuidadores, mismos a los que mató casi inmediatamente después de que saliera de cautiverio. Al primero de ellos lo pisoteó hasta la muerte en Waco, Texas; mientras que al segundo lo asesinó sentándose sobre él después de un show en Paris, Texas.
Evidentemente, los rumores de que Forepaugh tenía en su circo a un animal peligroso comenzaron a correr; no obstante, la noticia no afectó el nivel de audiencia; sino que lo elevó. Todo el mundo quería ver a la elefanta indomable, al menos hasta el año de 1902 cuando volvió a matar a otro de sus cuidadores, Josiah Blount, a quien tomó y aventó con su trompa para después hincarse sobre su pecho.
Aunque el entrenador parecía un buen sujeto, más adelante notaron que Topsy tenía quemaduras de cigarro en la punta de la trompa, lo cual indicaba que el entrenador le "alimentaba" con cigarrillos encendidos.
Éste último incidente fue el motivo que desencadenó la decisión de Adam Forepaugh que consistía en sacrificar a Topsy; sin embargo, su muerte no sería en vano, ya que el cirquero tenía planeado realizar un espectáculo en donde la elefanta sería colgada de una grúa.
La noticia del sacrificio corrió tan rápido y tan lejos que llegó hasta oídos del mismo Thomas Alva Edison quien rápidamente llamó al propietario para convencerle de que la horca era una idea cruel.
¿Defensor de los animales o de sí mismo?
Con la única intención de desprestigiar a Tesla y a su corriente alterna, Thomas Alva Edison se ofreció a ejecutar al poderoso animal con una especie de silla eléctrica que consistía en una plancha metálica y electrodos conectados en las patas y cabeza de la elefanta.
A través de estos artefactos el científico hizo correr alrededor de 6,600 voltios los cuales bastaron para "freír" y obviamente matar a Topsy en menos de un minuto; aunque la codicia de Edison no quedó sólo ahí, ya que todo el atroz espectáculo quedó grabado gracias a su cámara de vídeo para probar que el "invento" de su rival era potencialmente peligroso.
Fuente: Cultura Colectiva
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