A principios del siglo XX, mientras Europa se desangraba por la I Guerra Mundial, al puerto de Cartagena llegaba un misterioso ataúd de madera vacío que, sorprendentemente, nadie en la ciudad ni en los alrededores reclamó.
Huérfano de dueño, el ataúd quedó custodiado por las autoridades portuarias durante cierto tiempo, hasta que un día, una notificación proveniente de la otra punta de España, de La Coruña más concretamente, llegó al puerto de Cartagena. Alguien reclamaba lo que, al parecer, era suyo. Un ataúd vacío.
Una leyenda que circula de boca en boca desde hace ya casi un siglo, cuenta, que un pariente del Conde Drácula desembarco en nuestras costas, e imagino que no para pasar unas vacaciones en busca de sol y playa. Muertes inexplicables, cadáveres desangrados y desapariciones repentinas ayudaron a forjar la leyenda de un supuesto vampiro conocido como “El Vampiro de Cartagena”.
El investigador Antonio Aracíl recibió en 1983 la visita de un abogado de Toledo que durante años había seguido la pista de un vampiro. El letrado le explicó que la historia se remontaba a los primeros años del siglo pasado, cuando hasta el puerto de Cartagena llegó un ataúd vacío. Nadie lo reclamó.
Durante algún tiempo, el féretro fue custodiado en los almacenes portuarios. Cierto día, un ciudadano de La Coruña solicitó el ataúd, que le fue enviado por carretera. Y aquí comienza lo más increíble del relato.
El itinerario que el féretro recorrió desde Cartagena a La Coruña, con escalas en poblaciones como Alhama de Murcia, Toledo, Borox o Santillana del Mar, se vio salpicado de casos de vampirismo; asesinatos sangrientos que más tarde, durante las investigaciones, conformarían una ruta del horror. Sin embargo, cuando la carroza fúnebre alcanzó la ciudad gallega, tampoco hubo quien la recibiera, por lo que se devolvió a Cartagena, donde al cabo de unos días, un noble serbio solicitó el féretro.
Pasados unos días, el serbio desapareció sin haber recogido su pertenencia, y finalmente las autoridades locales decidieron sepultar el ataúd en uno de los cementerios de Cartagena
El investigador también recorrió las localidades por donde pasó el ataúd, entre ellas Calasparra (Murcia), aunque nadie recordaba tan insólita historia. En la memoria colectiva permanecían imágenes de antiguos crímenes pero era imposible relacionarlos con nada sobrenatural.
La ruta que siguió el sarcófago, al menos la que en su día reveló Aracíl, evidencia que el traslado no observó el camino más corto hacia La Coruña. Así, desde Cartagena alcanzó Alhama de Murcia, luego se desvió a Almería para volver de nuevo a Calasparra y continuar hacia el norte. Allí, se registra un nuevo desvío a Cantabria, donde por la época también se produjeron diversos asesinatos, concretamente en la localidad de Santillana del Mar.
Hay quien afirma que la tumba donde se encuentra el ataúd viajero fue descubierta hace tiempo, aunque su lugar se ha mantenido en secreto, y que en la lápida, ya quebrada por el tiempo, alguien talló un murciélago.
Varios investigadores han intentado arrojar algo de luz sobre esta historia, pero no han conseguido ningún registro del ataúd ni de su llegada a la ciudad, así como del lugar en el que reposa desde hace un siglo. No obstante, en Borox, un pueblo de Madrid por el que pasó la misteriosa carreta, una anciana contaba que recordaba una vieja historia sobre «un hombre que chupaba la sangre».
Además, otra anciana, esta vez en Murcia, confirmó la estancia de un noble serbio en una antigua posada de la calle Mayor de Alhama de Murcia que, al parecer, sólo salía a la calle cuando se ponía el sol.
Fuente: Narradores Del Misterio
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