Para todo fan promedio de Rammstein es normal ver cómo el pene erecto del vocal Till Lindemann eyacula sobre el tecladista Christian Lorenz. De hecho, cualquier miembro masculino o simulación del mismo está más que normalizado en el concepto musical de los alemanes.
Los penes son la principal petición de los metaleros alemanes antes de tocar en algún lugar. Por esto, la crítica los llamó "pretenciosos", "misóginos", "sucios" y "homosexuales", todo ello con el afán de ofenderlos y denigrarlos; sin embargo, en lugar de sentirse mal, los músicos tomaron las críticas, las hicieron rollo y con ellas «penetraron los sucios traseros de los detractores de Rammstein», según Lindenmann.
Sin embargo, si algo le gusta al cantante, además de interpretar cada canción en vivo, es el sexo. Por ello, todo lo que tenga que ver con falos, eyaculaciones, vaginas y perversión es bien recibido por él. No obstante, su afición por los órganos sexuales va mucho más allá de admirar la anatomía humana.
Es, de hecho, una obsesión que él mismo ha confesado tener, en especial por los genitales masculinos. Ante ello, lo primero que —probablemente— pensarás es que es homosexual o que es un showman haciéndose publicidad de la manera más fácil. Pero no, Till Lindemann se toma muy en serio su pasión por el aparato reproductor masculino.
No soy gay, sólo es divertido jugar con un pene y más si es de alguien más.
Esa es siempre la respuesta del cantante, a quien no le basta con juguetear con penes de plástico, sino que los ha convertido en obras de arte, mismas que pretenden agredir la mirada del espectador, incomodar a los padres y ruborizar a las madres; pero al mismo tiempo, espera mostrar cómo es que la sexualidad se ha normalizado en la sociedad actual, aunque pocos se atreven a demostrarlo. Es el caso del propio Lindemann, quien asegura que si ahora piensa tanto en sexo es porque de joven tuvo muy pocas experiencias de este tipo, ahora que pasa de los 50 años no puede dejar de pensar en penes, vaginas, semen y sexo desenfrenado.
La inquietud artística del cantante se dio en él de diversas maneras: es actor, escritor, poeta, dibujante y escultor. De hecho, sus obras escultóricas son aquellas que causan más controversia en el mundo del arte, puesto que provocan e incomodan. Hay quien dice que es la máxima expresión del paganismo y otros más aseguran que es basura reciclada.
Lo cierto es que el alemán de 54 años de edad se ha tomado muy en serio su faceta artística y con ayuda de su «amor desmedido» por los falos creó esculturas irreverentes que muestran dildos de diferentes tamaños y poses de manera sugerente o postrados en objetos poco comunes. Así, con un Niño Dios cargando un pene, un trasero recibiendo un rifle o un miembro enjaulado, Lindemann creó una forma de expresión violenta y transgresora que emula el placer que él mismo obtiene del sexo.
A pesar de que su obra gira alrededor del acto sexual, tiene en su haber otro tipo de piezas que no son tan sugerentes como los penes colgados en el techo o saliendo del muro, pero son igual de exuberantes y grotescas, como aquella en la que un bebé tiene encima el cráneo de un dinosaurio o un par de niños jugando a ser sadomasoquistas con un venado, sin olvidar a la nutria aferrada a un dildo como si fuera su más grande tesoro.
Por lo general, sus piezas van de la mano con fotos del cantante en escena, en las cuales demuestra todo el erotismo del que goza y por supuesto, la forma en que se deja llevar por sus deseos. Por lo tanto, ya sea en el escenario o en las galerías, el vocal de Rammstein se dice pervertido, sucio, grotesco y adicto al sexo. De este modo cada show es una oportunidad para conocerlo a profundidad y entender que el erotismo es su arma secreta, misma que ha hecho de su música un estandarte de la perversión y el deseo desenfrenado.
Sus obras son tan eróticas como su música, así que cualquier fan de la banda se sentirá complacido al verlas, pues es la representación física de canciones como "Te Quiero Puta", "Heirate Mich" o "Pussy", las cuales son la definición de lo grotesca que puede ser la sexualidad humana, así como lo placentero que es ver a un hombre (y en este caso sus obras) siendo irreverente, agresivo y sucio.
Fuente: Cultura Colectiva
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