A mí los domingos por la mañana me duele la cabeza, da igual que me acueste tarde o que me acueste pronto, da igual que beba o no beba el sábado; normalmente no bebo los domingos, pero siempre por la mañana me duele la cabeza y el mundo me da asco. Los domingos por la mañana es cuando el mundo me da más asco, los domingos por la mañana es cuando menos me importa la capa de ozono, y ya esta demás decir que los domingos por la mañana es cuando menos me importa el cambio climático, el calentamiento global, el planeta en general.
Los domingos por la mañana soy yo el que quiero destruir el planeta entero, que explote de una vez, que se extinga el planeta completo, las guerras, los países en guerra, las minas anti-personas, las personas anti-minas, las personas anti-personas y la buena voluntad, las guerras de religión, la religión en la guerra, las iglesias de mi barrio, la gente que va a las iglesias de mi barrio los domingos por la mañana.
Los domingos por la mañana me dan ganas de poner petardos bajo los bancos de las iglesias de mi barrio, para que se les queme el culo a los asistentes y así tengan algo divertido que contar. Los domingos por la mañana es cuando más ganas tengo de tirarme por la ventana, sobre todo cuando veo a la gente paseando por la calle, sobre todo cuando hace sol. Los domingos por la mañana tendría que llover, hacer bastante frío, un tiempo de perros, tormenta, granizo, nieve, mal tiempo, muy mal tiempo, huracanes, pero no, los domingos la gente pasea por la calle, los niños juegan en la calle, en los parques, los niños juegan y los adultos comen pipas y ninguno se atraganta.
Las pipas deberían estar prohibidas y los niños también, sobre todo los domingos por la mañana. Los domingos por la mañana es cuando más ganas tengo de sacarme los ojos, los dos, primero uno y luego el otro. Llegando a casa he visto un pájaro en la calle, recién nacido, pisado, aplastado contra el suelo, y he pensado en la suerte que ha tenido ese pájaro, en cómo me gustaría a mí ser ese pájaro, y en lo bello que sería ser aplastado como ese pájaro, por una bota humana, y quedar con las tripas afuera, y no enterarse de nada más.
Lo malo de mi habitación es que tiene ventanas. Quiero ser como el gondolero en el estanque del retiro con las carpas, las palomas y los gatos. Voy a empezar a construir góndolas en Madrid, góndolas caseras y artesanales para navegar por el retiro. Para construir una góndola hacen falta 500 horas de trabajo, yo emplearé más, emplearé 1000 horas para que quede mejor. 1000 horas son casi 42 días trabajando, sin dormir, no lo necesito y se necesitan 8 tipos de madera, yo cortaré la que haga falta, que Madrid es muy grande y hay muchos parques con árboles centenarios. Por ejemplo, en el mismo Parque del Retiro voy a ser gondolero por muchos años, casi 400 años, en el Parque del Retiro ya se paseaba en barca, unas barcas llamadas falúas, pues ya se paseaba en falúas.
El rey Felipe IV paseaba en falúa y yo voy a pasear a la gente en góndola, voy a ofrecer una promoción la primera semana: Los reyes gratis, como hace casi 400 años, porque claro, los reyes hace casi 400 años no pagaban por pasear en falúa por el retiro, porque era un parque privado, es decir, era de ellos. Había en el Parque del Retiro una serie de canales que comunicaban con un gran estanque y por allí paseaban gratis los reyes.
Una góndola es una embarcación de recreo sin cubierta, que se maneja con un remo muy largo. El gondolero, que seré yo, cantará canciones de amor con una voz hermosa, de la que dispongo, y ahora mismo les voy a cantar una bella canción de amor. El gondolero, yo, va de pie en la góndola, en equilibrio y sin caerse al agua, y viste camiseta de rayas blancas y negras como un pijama que yo tenía.
Espero no tirar a los pasajeros que han de besarse en los morros cada vez que se pasa bajo un puente, es la tradición, vigilar que sus pasajeros sigan la tradición. Yo quiero ser gondolero en el estanque del retiro, para estar más cerca de las carpas y poder follármelos.
No sé, el otro día pasé al lado de tu padre, por la calle, justo cuando él pasaba al lado de un montón de estiércol. Me saludó y me paré a hablar con él un momento. Olía mal el ambiente. No sé si era tu padre el que olía mal, o era el montón de estiércol. Tenía a tu padre a un lado y el estiércol al otro lado. No sé qué huele peor, si tu padre o el montón de estiércol.
En fin, de sueños no vive nadie, los domingos siguen siendo horrorosos y me causan migraña. Necesito una pronta solución. ¿Que tal si dejo de comunicarme con la gente? Es decir, no escribirle más a nadie, no llamar más a nadie, no ser amigo de nadie, dejar de lado a la gente... ¿Y si la gente me abandona y se olvida de mí y me suicido, alguien lo notará? Podría decir que me voy de viaje y no dar la dirección, decir que es un viaje largo y que no se cuándo volveré.
Quizá decida quedarme a vivir por allí en un sitio apartado, lejos de todos, quién sabe y a lo mejor encuentre un trabajo que me haga plantear renunciar a ser millonario y me vea pudriéndome en el tercer mundo para toda la vida, trabajando la tierra, y como voy a trabajar la tierra no podré llamar a nadie, no podré escribirle a nadie, es ahí cuando puedo decir la fecha del viaje, cuando la gente crea que me he perdido, que me he ido para siempre, tal vez esa sea la mejor oportunidad para aprovechar y me suicido... ¿Si lo hago será que nadie lo notará? ¿Y si me suicido tarde por la noche? ¿Le importará a alguien? Nos despedimos pronto.
Fuente: Contexto Teatral
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