Perdió la capacidad para caminar o mantenerse de pie porque debía mantener la cabeza presionada contra su pecho y las piernas dobladas hacia su quijada. La jaula tenía, además, unos agujeros en la parte inferior, para la orina y heces.
Esto atraía ratas y cucarachas, que hacían nidos cerca del cuerpo de Rhoda, para que sus crías puedan alimentarse y mantenerse calientes. Vivió así durante 40 años.
En la adolescencia, Rhoda era guapa y tuvo muchos pretendientes. Eligió casarse con un vecino. La madre de este prohibió la relación y amenazó a Rhoda con practicar un ritual de brujería si se volvía a acercar a su hijo.
Días después de esto Rhoda le dijo a su madre que estaba viendo luces y demonios, la familia trató de buscar ayuda en el sanatorio de Jacksonville, pero los doctores no detectaron ninguna enfermedad mental y dieron el alta.
La madre de Rhoda creyó que su hija estaba poseída por un demonio, cuando la vio arrastrándose por el piso de la casa. Trató de buscar ayuda con espiritistas locales, pero el terror de tener una hija endemoniada, junto a la falta de dinero para mantenerla, la llevaron a abandonarla en el asilo para indigentes del condado de Adam, en Septiembre de 1860.
Rhoda empezó a atacar violentamente a los mendigos creyendo que eran demonios. La aislaron en un cuarto. Durante dos días escucharon golpes y gritos. Cuando finalmente Rhoda hizo silencio, abrieron la puerta. La encontraron dormida sobre un charco de sangre. Al levantar su rostro vieron que ya no tenía rasgos definibles. Un ayudante describió que:
El rostro de Rhoda se había convertido en un coagulo de sangre. Se había sacado los dientes, golpeándose la boca contra la pared y también, se rasgó loas ojos con las uñas.
Quedó permanentemente ciega. Un médico preguntó porque lo había hecho y ella respondió:
Para ya no ver al Diablo.
Pero las visiones solo se hicieron más fuertes. Rhoda trató de asesinar a varios pacientes y enfermeras. Por esta razón decidieron encerrarla en lo que los hospitales psiquiátricos llamaban «La Cuna de Utica» y dejaron de alimentarla correctamente para quitarle fuerza y así evitar que escape.
En 1904, cuarenta años después, el doctor George Zeller visitó el asilo y encontró la jaula de Rhoda, ordenó su liberación inmediata. Como ella no había usado sus músculos, tuvieron que tumbar la jaula para «regar» el cuerpo de Rhoda en el piso.
El doctor de Zeller la llevó a su hospital psiquiátrico, donde estaba probando técnicas repudiadas por otros psiquiatras: Dejaba a los pacientes caminar libremente en el campo, les hablaba y hasta los llevaba al zoológico.
Rhoda aprendió a caminar impulsándose con los nudillos de las manos. Acompañaba al doctor en el cuidado de otros pacientes. Este se encargó, personalmente, de cuidarla y mejorar su calidad de vida hasta su muerte en 1906. Su epitafio dice:
Construyeron este lugar para que ningún otro ser humano sufra lo que sufriste. Nos enseñaste a amar y sentir compasión por los menos afortunados. Ojalá encuentres paz y calor en los brazos de Dios.
Fuente: Paranoi
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