La prensa bautizó su jet privado como el "Lolita Express", haciendo referencia a las menores que transportaba de un estado a otro entre 1999 y 2007. A las chicas que captaba les prometía financiarles la universidad o impulsar sus carreras en el mundo de la moda.
La historia de Jeffrey Epstein es la de un multimillonario depredador sexual, condenado y convicto, cuya fortuna y amistades parecían haberle librado de penas de cárcel más graves. Hasta que el que fuera amigo del Príncipe Andrew de Inglaterra, el ex-presidente de Estados Unidos Bill Clinton y hasta de Donald Trump, entre otros reconocibles nombres, fue detenido por el FBI cuando volvía de sus vacaciones en Europa.
Estaba acusado de presuntamente traficar con docenas de niñas, explotar y abusar sexualmente de ellas e incluso pagarles para que buscaran a otras adolescentes. Pero fue encontrado muerto en su celda del Centro Penitenciario Metropolitano en Manhattan la mañana del 10 de agosto de 2019.
En 2008, Epstein se había sentado ante un tribunal por abusar sexualmente de varias adolescentes en su mansión de Palm Beach, en Florida. Epstein siempre mantuvo que él creía que todas eran mayores de 18 años y que el sexo era consentido.
Acuerdo Controversial:
Las víctimas que le llevaron a los tribunales entonces tenían entre 14 y 16 años cuando sucedieron los hechos. Logró eludir los cargos federales de tráfico sexual con un controversial acuerdo con la fiscalía en el que aceptaba 13 meses de cárcel y ser inscrito en el registro federal de delincuentes sexuales.
Se libró así de una posible condena de cadena perpetua por llevar, precisamente en su avión privado, a menores a sus fiestas con fines sexuales. Entre los fiscales involucrados en aquel acuerdo estaba Alexander Acosta, que fue Secretario de Trabajo en la administración Trump y renunció tras destaparse el escándalo.
Según un extenso reportaje llevado a cabo por el Miami Herald, que analizó más de 2.000 documentos, correos eléctrónicos y pruebas de la investigación federal, las niñas procedían en su mayoría de entornos desfavorecidos.
Epstein presuntamente les pagaba dinero a cambio de un masaje en su residencia, ofrecimiento que en la mayoría de los casos acababa en algún tipo de intercambio sexual. El caso se destapó en 2005 cuando los padres de una niña de 14 años acudieron a la policía de Palm Beach para denunciar que Epstein había abusado de su hija en su casa.
La niña contó lo ocurrido e identificó a otras dos menores que estaban en la casa ese mismo día, que a su vez identificaron a otras. Antes de que la policía de Florida elevara el caso al FBI ya habían identificado tres decenas de posibles víctimas, según el periódico.
Las ramificaciones del caso no acababan con las niñas. Pruebas policiales concluyeron que la casa de Palm Beach estaba llena de cámaras, que se encargaban de filmar a los invitados de Epstein en sus numerosas fiestas.
En la élite estadounidense:
Epstein, multimillonario, inversor de éxito y bien relacionado en la esfera política y económica estadounidense, empezó su carrera como profesor de matemáticas y física en el elitista Dalton School, en Nueva York.
Por recomendación del padre de un alumno, en 1976 ingresó en el banco de inversiones Bear Stearns, donde ascendió hasta convertirse en socio de la firma. Fue allí donde tejió su red de contactos entre la gente más adinerada de Estados Unidos.
"Dada su formación matemática, lo colocamos en nuestra división de productos especiales, donde aconseja a nuestros clientes más ricos sobre las implicaciones fiscales de sus inversiones", explicó a la revista New York Magazine, Jimmy Cayne, director ejecutivo de Bear Stearns, en 2002.
Esta recomendación a sus clientes ricos sobre ciertas transacciones que tenían ventajas tributarias le ganó el respeto de sus superiores. Además, amplió sus contactos hasta tal punto que en 1982 lanzó su propia firma de inversiones: J. Epstein and Co.
Los medios estadounidenses coinciden en señalar que las actividades financieras de Epstein se volvieron muy opacas. La firma solo acepta clientes con activos que superen los US$1.000 millones. El único nombre conocido entre sus clientes es Les Wexner, el fundador de la marca de ropa The Limited, que agrupa marcas como Victoria's Secret o Bath & Body Work.
"Conozco a Jeff desde hace 15 años", dijo Donald Trump hace unos años cuando aún no era presidente de Estados Unidos. "Es un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Se dice incluso que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas están entre las más jóvenes", aseguró.
El 'asesinato' de Jeffrey Epstein:
Dadas las excepcionales conexiones de Epstein, y la cantidad de personas de altos vuelos que se beneficiaron del transporte en su 'jet' privado, han circulado todo tipo de mensajes vía redes sociales que plantean que Epstein no se suicidó, sino que fue asesinado en su celda para evitar que saliera a la luz la red de usuarios de prostitución infantil que él había gestado, alguno de los cuales, según dichos mensajes, pertenecía a la realeza británica.
Tan escabroso ha sido el asunto que el propio Donald Trump, en su momento amigo de Epstein, ha retuiteado desde su cuenta oficial uno de estos 'bulos' que acusa al entorno de la familia Clinton del asesinato.
Aparte del tiempo empleado en los menesteres de la trata de blanca con menores de edad, Epstein cultivó una red de relaciones con científicos muy prestigiosos (incluyendo el famoso Stephen Hawking), a quienes financió sus investigaciones con ayudas económicas muy importantes, y a los que procuró el uso de su avión para acudir a todo tipo de encuentros de conocimiento. Como la lista de viajeros se ha hecho pública, mucho científico respetado ha sido ahora vilipendiado.
Tras el arresto del financiero, este fue recluido en una prisión de máxima seguridad. Su equipo de abogados pidió el arresto domiciliario, algo que fue denegado por el juez del caso. Días después se encontró al preso tendido sobre el suelo inconsciente, con marcas en el cuello, por lo que se le sometió a una vigilancia de 24 horas en un protocolo anti-suicidio. Sus abogados recurrieron al juez, dado el enorme coste personal que este programa supone, y este finalmente accedió a retirarle el protocolo. Con todo, el preso sería vigilado cada media hora.
A pesar del protocolo de vigilancia intensiva, esta no se realizó entre las 3:30 AM y las 6:30 AM en la noche en que Epstein apareció muerto, ya que los dos empleados penitenciarios responsables se quedaron dormidos, al haber trabajado más horas de las establecidas. Para evitar daños, falsificaron los registros para fingir que sí habían hecho las visitas.
Como consecuencia, el responsable de las prisiones federales de EEUU (Hugh Hurwitz, que llevaba 'provisionalmente' en el cargo desde mayo de 2018) sería cesado unos días más tarde por el fiscal general. El cuerpo sin vida de Epstein fue descubierto a las 6:30 colgado del cuello con una sábana.
Tras su muerte, proliferaron todo tipo de teorías conspiranoicas asociando el ahorcamiento a un complot para evitar que Epstein hablara. Como hemos visto, Trump retuiteó a sus seguidores la “noticia” que acusaba a “la mafia Clinton” del “asesinato” (Bill Clinton utilizó 12 veces el avión, por tan 'solo' una de Donald Trump, viaje que sirvió de excusa al campo contrario para acusar a la “mafia Trump” del deceso).
La realidad es que la autopsia confirmó que se había tratado de un suicidio. Pero no importa, porque el ser humano está programado para creer las mentiras, y especialmente las conspiraciones, con mucha más intensidad que las verdades. El populismo, gran conocedor del ser humano, aprovecha esta debilidad para ir poco a poco minando la verdad, y con ella, a las instituciones, y con ellas, a las propias democracias, como bien expone Runciman en 'cómo muere una democracia'.
El suicido de Epstein ha evitado hacer justicia plena para las decenas de chicas que la reclamaban. Solo quedó el consuelo de que su fortuna haga frente mínimamente al enorme mal causado. Sin embargo, lo que queda de este escabroso caso es nuestra terrible, casi indefensa, condición ante el mundo de mentiras que cada vez polarizan y resienten más a nuestras sociedades.
Fuente: BBC
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