Azul Alquímico: Pasaporte al más allá - Nekromorty

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sábado, 12 de septiembre de 2020

Azul Alquímico: Pasaporte al más allá


En tanto que doctrina hermética, la alquimia siempre ha sido materia de interés para historiadores, filósofos y místicos, pero mucho menos para matemáticos, físicos e incluso químicos, quienes parecían haber olvidado el carácter protocientífico de esta fascinante disciplina. Varios estudios científicos han puesto de manifiesto las extraordinarias propiedades del azul egipcio, el primer color sintético de la historia.

Si han visitado o visto imágenes de las pinturas de las cuevas de Altamira, por poner uno de los ejemplos mejor conocidos de arte parietal, habrán advertido que nuestros ancestros prehistóricos utilizaban apenas dos o tres colores.

Como resultado, las estilizadas figuras plasmadas en la famosa caverna de Cantabria presentan tonos rojizos, ocres y oscuros, colores que obtenían de pigmentos que fabricaban con sustancias que se daban de forma natural en su entorno, como la sangre y vísceras de sus presas, carbón vegetal y arcilla, elementos que seguramente mezclaban con grasa, aceite, resina u otros cohesivos.

Y no es que el resto de colores escapase a su atención. Al igual que lo hacemos en la actualidad, aquellos artistas tan remotos en el tiempo podían ensimismarse con la contemplación del cielo o del mar, y sorprenderse ante los infrecuentes arco iris.

Sin embargo, no eran materialmente capaces de recrear esa amplia gama de colores en sus rudimentarias paletas de pintores rupestres; aunque es seguro que lo intentaron más de una vez, sobre todo tratando de imitar el azul del techo infinito que les cubría. El problema es que fracasaban a la hora de convertir en tinturas estables las raspaduras de ciertos minerales que poseían dicho color.

El dominio del fuego y las aplicaciones vinculadas al mismo propiciaron avances significativos durante el Neolítico, periodo que nos dejó ejemplos relevantes relacionados con la transformación artificial de la materia. No obstante, hubo que esperar varios miles de años para que se concretara aquel anhelo humano tan largamente buscado.

La mayoría de arqueólogos e historiadores coinciden en señalar al Antiguo Egipto como cuna del invento, en torno a 3000 a. C. El resultado de los desvelos de los alquimistas del Nilo –sí, alquimistas– fue lo que aún se conoce como «azul egipcio», un pigmento sintético caracterizado por una intensidad y brillo inusuales; y por otras extrañas peculiaridades que hoy, cinco milenios después, comienzan a desvelarse.

Campos eléctrico: 
Lo que la naturaleza no puede perfeccionar en un largo periodo de tiempo, nosotros lo acabamos en breve lapso, con nuestro arte.
Esta frase, extraída del Summa Perfectionis Magisterii, un tratado alquímico escrito en el siglo XIV, resume el principal objetivo de la alquimia: Repetir en laboratorio y en tiempo récord procesos que en la naturaleza tardan millones de años en producirse. Lo que se ha dado en llamar transmutación de la materia.

El ejemplo más conocido fue la búsqueda de la piedra filosofal, una sustancia maravillosa que pretendidamente facultaba convertir metales vulgares en oro. Pero, en el camino, es seguro que los alquimistas lograron éxitos menores aunque igualmente asombrosos.

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