¿Te interesaría conocer cuál fue el primer Vampiro del que se tiene noticia? - Nekromorty

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lunes, 7 de marzo de 2022

¿Te interesaría conocer cuál fue el primer Vampiro del que se tiene noticia?


Si hemos de hacer caso a un extraño libro; "El libro de Enoc", que algunos piensan fue escrito en siglo II a.C, y que los que creen en su verosimilitud dicen que es del año 622 después de la creación de Adán, y por lo tanto, según su particular cronología, tendría unos 5.500 años, personifica a Caín como el primer vampiro y padre de los que le siguieron...
Entonces pregunté a Rafael, el vigilante…¿De quien es ese espíritu que está acusando y que se queja de tal modo que sube hasta el cielo gritando y acusando? Me respondió; es el espíritu que salió de Abel a quien su hermano Caín asesinó… (Y sigue describiendo unos pozos en los que hay diversos seres) Esta división ha sido hecha para los espíritus de los hombres que no fueron justos sino pecadores. Vosotros viviendo una vida eterna os habéis manchado con la sangre de las mujeres y habéis engendrado con la sangre de la carne y deseado luego carne y sangre como aquellos que perecen… Y empezaron a pecar contra todos los animales, y devoraban los unos la carne de los otros y bebían sangre.
Caín, tras matar a su hermano se convirtió en el primer homicida de la humanidad, y fue castigado por Dios convirtiéndolo en un ser sin vida, pero que se alimentaba de sangre, que viviría en la noche y que nunca podría contemplar del amanecer, ya que el sol es la vida y él era la oscuridad. Según diversos mitos, el primogénito de Adán y Eva, Caín, tras matar a su hermano Abel, fue condenado por Dios a vagar por el mundo. Pero al estar maldecido por Dios, temeroso de ser muerto por cualquiera que le viera, le pidió la inmortalidad. No moriría, pero dejaría de ser humano, viviendo entre las sombras y alimentándose de la sangre de los vivos. De esta manera este personaje maldito se convirtió en el primer vampiro.

La Biblia, nos describe en el Génesis, (4, 11-16) el castigo impuesto por Dios a Caín por la muerte de su hermano, al que la tradición afirma que el objeto con el que le golpeó fue con una quijada de asno:
Maldito serás de la tierra, que abrió su boca para recibir la sangre de tu hermano…andarás por ella fugitivo y errante. Dijo Caín a Yavé; insoportable es mi castigo. Ahora me arrojas de esta tierra; oculto a tu rostro habré de andar fugitivo y errante por la tierra, cualquiera que me encuentre me matará. No será así…puso pues Yavé a Caín una señal, para que nadie que le encontrase le matara.
Pero el significado de la sangre, Bíblico, que nos ha llegado hasta ahora de modo subliminal, es, que esta, representa el alma. Cuando el vampiro chupa la sangre, en realidad le absorbe el alma, en la que personificaban la vida. No es extraño que se prohíba, repetidamente, al pueblo hebreo tomar sangre, cuya norma, por esta costumbre, se arrastrará hasta los primeros tiempos del cristianismo en los que para los judíos conversos era una obligación el abstenerse de ella: “Esta es una ley perpetua para vuestros descendientes dondequiera que habitéis. Vosotros no comeréis ni sebo ni sangre” (Lev.3, 17).
Todo hombre de entre los hijos de Israel, o de los extranjeros que habitan en medio de ellos, que cazare un animal o un ave puros, verterá la sangre y la cubrirá de tierra; porque la vida de toda carne es la sangre, en la sangre está la vida. Por eso he mandado yo a los hijos de Israel; no comeréis sangre de carne alguna…quien la comiere será borrado.
Así pues el rechazo a este ser que chupa sangre, como es el vampiro, proviene de esta maldición divina, no se alimenta de una parte del cuerpo de sus víctimas, como lo haría un caníbal, sino que su inmortalidad está, en que absorbe el alma y la vida de aquellos a los que ataca. ¿Pero este concepto es tan antiguo como para que ya aparezca en escritos que tienen algunos milenios, o es algo nuevo preconizado por la novela de Bram Stocker “Drácula”, publicada en 1897?

Ciertamente no, en la mitología sumeria, Akhkharu es un chupador de sangre. Y entre los antiguos eslavos, ya existía este ser que era ahuyentado por la plata y se mataba clavándole una estaca de madera en el corazón, o cortando su cabeza y colocándola entre las piernas. Pero estas viejas creencias sobre la vuelta de seres del mundo de los muertos para importunar a los vivos, pueden ser mucho más antiguas y estar más difundidas en todas las latitudes y culturas de lo que se puede pensar.

En España, en la cueva de Morín en Cantabria, del Paleolítico superior, a uno de los cadáveres enterrados le cortaron la cabeza, que colocaron encima de su cuerpo, que al estar ladeado, quedó bajo su brazo izquierdo, pero también colocaron sus pies junto a su vientre, de esta manera se garantizaba que no volvería desde la ultratumba a molestar a los vivos. Así poco a poco, con las aportaciones legendarias trasmitidas por diversas culturas y tiempos, se estableció toda la parafernalia que en la actualidad acompaña al personaje vampírico.

Es evidente, que este ser primitivo, no tenía las connotaciones aristócratas y glamurosas que tiene en las películas Drácula, sino que se trataba de un ser monstruoso surgido de la vuelta, del mundo de los muertos, de hechiceros, suicidas, o los criminales más malvados, seres que vivían de la sangre de los vivos a los que incluso podían contagiar este estado. La lectura cultural de los cuerpos incorruptos que en algunas ocasiones se encontraban enterrados en las Iglesias, variaba mucho de la interpretación de la Iglesia Ortodoxa a la Católica.

Los orientales con el conocimiento de una cultura vampírica pensaban que estos personajes que se habían mantenido incorruptos eran vampiros, mientras que en la Católica no mediatizada por estas leyendas, creían que podían ser santos, en cuyo cuerpo Dios había hecho el milagro de la incorruptibilidad. El miedo que albergaban los habitantes de la parte oriental europea sobre estos seres se aprecia, en que al descubrirse algunas tumbas, los cadáveres tienen sobre sus gargantas sujeta una hoz, de tal manera, que si llegara a levantarse se decapitarían, con lo que acabaría la maldición.

El nombre de Vampiro aparece de modo claro, por primera vez, en el S. XVIII, pero ya hay antecedentes de personajes a los que se les ha aplicado este apelativo por una actuación hematófaga, y de pervivencia a la muerte, semejante a la que se le adjudica al vampiro clásico. No hay que olvidar que “vampiro” tiene parte de la palabra griega “a-piroo” (el que no se quema), pero también el que no se consume, lo que da por supuesto una permanencia vital. La primera vez que se encuentra esta palabra es en 1074, en una carta al príncipe eslavo Novgorodian, definiéndolo como "Upir Lychyj" (vampiro malvado), y en la que se dice que un Upir, un vampiro, era un espíritu que acompaña al alma de una persona muerta desde la tumba hasta el más allá.

Pero vampiros históricos, ha habido muchos, personajes que tuvieron predilección por la sangre, sobre todo de jóvenes o niños, posiblemente por esa idea que se trasluce ya en los viejos libros, como la Bíblia en la que la sangre es la vida y por lo tanto ellos adquirirían esa vida, evitando envejecer si la tomaban de los jóvenes. No hay que ir muy atrás en la historia para descubrir, que tal idea todavía perduraba a principios del S.XX. Para muchos de los nacidos por los años cincuenta, el “hombre del saco” era un personaje popular con el que sus madres les asustaban para evitar que permanecieran en la calle a horas tardías, ya que si les cogían les sacarán la sangre para venderla.

Es evidente que este miedo que querían infundir, tenía su base real. Uno de los más famosos “hombres del saco”, fue Julio “el tonto” protagonista de uno de estos hechos con cuyos relatos las madres pretendían proteger a sus retoños. Sucedió en Gádor, Almería. Un individuo llamado Francisco Ortega “el Moruno”, se encontraba gravemente enfermo de tuberculosis, en aquella época, no había antibióticos y sabía que moriría. Desesperado, intentando encontrar un remedio, acudió a una curandera, que le remitió a un barbero y curandero, mal elemento y con antecedentes criminales, llamado Francisco Leona. Este aceptó, pero por el remedio para la curación le pidió tres mil reales.

La cura consistía en beber la sangre de un niño sano, recién salida del cuerpo, y colocarse sobre el pecho enfermo emplastos de las mantecas aún calientes del muchacho. Aprovechando que se había separado de unos amigos con los que jugaba, secuestraron la tarde de un 28 de junio de 1910 a un niño de siete años. Le pusieron cloroformo y lo metieron en un saco, llevándolo a un cortijo, en un paraje desierto. Todavía aturdido por el anestésico le hicieron un corte bajo el brazo para sacarle la sangre, que recogieron en un vaso.

El enfermo se la bebió antes de que se enfriara. Tras esto, Julio “el tonto” (el hombre del saco) lo mató golpeándole la cabeza con una gran piedra. El curandero le abrió el vientre le extrajo la grasa, la envolvió en un pañuelo y se la puso sobre el pecho de Francisco Ortega. La historia hubiera podido acabar sin problemas y es posible que hubiera sido un caso más de niño desaparecido, pero pretendieron engañar en el reparto de dinero a Julio “el tonto”, y este dolido y enfadado decidió vengarse denunciándolos a la Guardia Civil

Quizás una de las cosas más desconocidas dentro de la historia vampírica, sea que el primer “vampiro” documentado, real, un personaje que bebía sangre, sea español. En cierta ocasión, estudiando varias imágenes de la Catedral de Barcelona, para la realización de un artículo sobre Santa Eulalia, me encontré en un capitel de la puerta del lado izquierdo, con algunos hallazgos sorprendentes. En el segundo aparecían dos basiliscos con las colas enlazadas.

Tal como exponen los bestiarios medievales, los basiliscos tienen cuerpo de gallo, cola de reptil y nacen de un huevo que no es de gallina, sino puesto por un gallo de siete años. Huevo, que luego es incubado por un sapo. Quien tratara de sostener la mirada de un basilisco, caía fulminado a menos que lo contemplara a través de un cristal. Estas leyendas paganas evolucionaron en la Edad Media y según el concepto cristiano, el basilisco representa a Satanás, y aparece en los capiteles, porque Cristo se salvó de su mirada, ya que estuvo encerrado en el seno de la Virgen, que era puro como el cristal.

Pero en el capitel de la jamba, aparece la sirena pájaro, símbolo erótico en la época clásica, representación del ba o alma humana en tiempos faraónicos, pero que se convirtió en la feroz lamia o vampiro en la Edad Media. Estos se introducían en las habitaciones y posándose sobre el pecho de los durmientes acababan con su vida, absorbiendo su aliento, aunque también raptaban a niños para chuparles la sangre.

Bueno, todo esto no es aparentemente extraño en la iconografía medieval:

Nada raro, podíamos pensar de tal iconografía de los capiteles de la Catedral, de no ser porque en el S.XII, nos encontramos en Cataluña el primer vampiro conocido, eclipsado por el “Drácula” de Bram Stoker al que todo el mundo identifica con Vlad III el Empalador, “Vlad tercius Draculae”, del S. XV. Pero lo mas probable, es que el cantero del capitel, conociera la historia del Conde Guifredo Estruch, del S. XII un noble de la corte de Berenguer IV que destacó en la lucha contra los moros del reino de Valencia, y al que el rey encomendó la persecución de brujas y paganos, en el ahora derruido castillo de Llers en Gerona. Es una pena que este pueblo fuera totalmente destruido por la aviación franquista en la guerra civil y se perdiera toda la documentación que hubiera podido arrojar alguna luz sobre este bebedor de sangre.

Varios relatos orales trasmitidos durante siglos, hablan de la maldición de unas brujas, que en la hoguera lo condenaron a ser un chupador de sangre si deseaba sobrevivir. Parece, que temeroso el rey Alfonso II el Casto de que los abundantes paganos dispersos por el Pirineo se pudieran aliar con los moros, le concedió el castillo de Llers, y contó con la colaboración del obispo de Barcelona Guillem Torroja. Otra leyenda cuenta que al ser envenenado por su capitán Benach, por haber sido rechazado por Nuria, hija de Estruch, se convirtió en un no-muerto, que durante siglos ha continuado deambulando por aquellos parajes, bebiendo la sangre de sus víctimas. En la colegiata de Sant Felíu aparece la tumba de la esposa de un caballero, llamada Arnaldeta Sitjar, esposa de Arnalli Estruccionis, pero no la tumba de este.

Podríamos seguir con otros personajes a los que su afición por la sangre a través de la que pretendían evitar el envejecimiento los convierte en verdaderos vampiros, de algunos hasta se cuenta que salieron de la tumba. En el S. XVII encontramos en la zona de Istria, en Croacia, a Jure Grando, del que no existe tumba ya que fue destruida por los habitantes, después de que este se levantara de su sepultura. Sin embargo sí existen algunos misterios. Algunos creen que pudo convertir a algunos, cuyas tumbas anónimas se conocen, en vampiros. Apuntan no pocos reporteros que tras haber filmado o fotografiado tales tumbas, se estropean las fotos al volcarse en el ordenador o simplemente no salen en el material filmado.

La historia o leyenda de este vampiro da comienzo en 1656. Un campesino tras morir, se convirtió en un ser maléfico, salía de su tumba, volvía a casa y abusaba sexualmente de su viuda, que afirmaba aterrorizada que se le aparecía por la noche con una sonrisa satánica y chorreándole sangre por la boca. En una de las ocasiones que apareció por el pueblo, el párroco le conminó con un crucifijo para que los dejara en paz, dicen que ante tal visión le salieron unas lágrimas de sus ojos, pero no se consiguió nada más.

Los habitantes llegaron incluso a atravesarle el corazón con una estaca de espino. Pero el no desapareció sino que se vengó de los atacantes, que fueron muriendo uno tras otro, como si alguien les hubiera chupado la sangre. Pero volvieron a intentar acabar con él, y en 1672 nueve aldeanos y el párroco fueron a degollarlo cuando estaba descansando en la tumba. Uno de ellos Stipan Milasic, lo consiguió, tras una dura lucha, mientras el vampiro chillaba horriblemente, saliendo tal cantidad de sangre que hasta rebosó fuera de la tumba, empapando a todos los conjurados. Pero aquel fue el fin, nunca mas volvió a molestar a nadie y su tumba fue destruida, pero su recuerdo no, y los turistas acuden a aquel lugar para recordar la historia y comprar algunos "souvenirs" entre ellos, unos dulces, elaborados con un preparado de miel con el que las “doncellas asaltadas sexualmente de noche por algún vampiro” se tienen que frotar sobre “los lugares vergonzosos” para liberarse de él.

Pero hay otros personajes que no han necesitado leyenda, y en los que como suele ocurrir con frecuencia, la realidad ha superado con creces lo que la fantasía más desbordada y sádica hubiera podido imaginar.

Una de las más conocidas es Erzsébet Báthory, en Hungría, sobrina del rey Esteban I de Polonia. Obsesionada por la belleza, utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas, a las que desangraba haciendo correr esta por un canal hasta caer sobre ella que aguardaba desnuda en una bañera. Las acusaciones y rumores, hicieron que el conde Jorge Thurzó se dirigiera al castillo, en el que Erzsebet vivía, por el camino se le unieron gran cantidad de campesinos, que veían en el conde la posibilidad de acabar con su impunidad. Llegaron un 30 de diciembre de 1610 entrando sin encontrar resistencia, ni a nadie. La primera persona que vieron fue a una sirviente atrapada en el cepo del patio, en estado agónico debido a una gran paliza que había recibido. Luego, a otra en el salón ya desangrada y muerta, mientras que otra a la que le habían agujereado todavía estaba viva.

Las escenas dantescas, que narra el conde Thurzó, continuaron. En los calabozos había doce más, todavía vivas, algunas ya habían sido “utilizadas” en varias ocasiones. Erzsébet en su diario escribía, con complacencia sádica, las torturas que realizaba a cada una de sus víctimas hasta contabilizar 612. El castillo tenía por muchos lugares manchas de sangre que expedían un desagradable olor a putrefacción, y aquí y allá había toneles de ceniza y serrín, materiales que utilizaba para limpiar y recoger la sangre. No fue condenada a muerte debido a su linaje, pero sí encerrada en una habitación, a la que tapiaron puestas y ventanas, de por vida. Murió en 1610.

Pero un siglo antes en el s.XV, ya había aparecido uno de los seres más repulsivos de los que se tiene noticia, Gilles de Rais (Barba Azul) que luchó a finales de la Guerra de los Cien Años junto a Juan de Arco, pero al que su fortuna y poder le sirvieron para convertirse en uno de los mayores asesinos de niños de la historia, al que se atribuyen mas de 200 muertos, y del que se dice que tras una orgía de sadismo, sexo y sangre que bebía mientras les salía a los niños de las venas del cuello, se quedaba como en trance, profundamente dormido, en un estado semejante al coma.

Los periódicos, de vez en cuando, nos sorprenden con alguna noticia sobre estos seres de ultratumba. Así la agencia de noticias Reuters, se hacía eco el 12 de marzo del 2010, del hallazgo de los restos una vampiresa en una fosa del s.XVI en Venecia. Se trataba del esqueleto de una mujer, a la que le habían metido entre sus mandíbulas un ladrillo, para evitar que se alimentara de las víctimas de una plaga. Y apunta el antropólogo Matteo Borrini, de la universidad de Florencia, que la gente creía que los vampiros eran los causantes de plagas, tales como La Peste Negra.

Los enterradores que abrían las fosas comunes, se encontraban con cuerpos hinchados llenos de gas, creciéndoles todavía el pelo y con sangre saliéndole por la boca, con lo que llegaron a pensar que todavía estaban vivos. Los paños con los que les ocultaban la cara, al enterrarlos, habían sido destruidos por las bacterias de la boca, por lo que sólo se les veían los dientes. No tardaría en imponerse la creencia que estos seres, muertos vivientes, abandonaban las tumbas y recorrían las calles chupando la sangre que quedaba en los cuerpos atacados por la peste, por lo que continuaban extendiéndola y consiguiendo, con la sangre de los moribundos, la fuerza para seguir viviendo.

Dice Borrini: "Para matar a un vampiro tenías que quitar el paño de su boca, que era su sustento como la leche lo es para un niño, y poner algo, que no se pudiera comer, ahí". Ese es el motivo por el que en algunos cadáveres aparecen con ladrillos en la boca.

Aunque el clásico de los vampiros en el que se inspiró Bram Stocker, fue Vlad Tepes, el “empalador”, este no puede considerarse vampiro como tal, y aunque su forma de acabar con sus enemigos nos parezca cruel, no lo era al menos comparado con lo que se hacía habitualmente en esa época. Su paisano, Nicolae Ceausescu, que fue presidente de Rumanía desde 1965 hasta su ejecución en 1989, se le considera un fanático de los cultos vampíricos, amante de la caza, disfrutaba viendo sangrar a los animales que él mismo degollaba. Pero su vampirismo se reflejaba sobre todo en su afición a las transfusiones de sangre de lactantes. Cuando cayó su régimen huyó al castillo de Drácula, en donde fue detenido por los militares.

Pero la lista de sedientos de sangre que se conocen podría ser mucho más larga, entre los que se encuentran Henri Blot, de 26 años detenido en 1886, por asaltar cadáveres del cementerio de Saint Queen, cerca de París, a los que violaba y mordía llevado, según declaró en el juicio, por una insaciable sed de sangre. O Georg Kart Grossman, detenido en agosto de 1921, cuando alertados los vecinos, por los gritos de una mujer, llamaron a la policía, que lo encontró en su casa mientras le estaba bebiendo la sangre.

Podríamos seguir por el “vampiro de Dusserdolf”, Meter Kürten, quien en 1931 confesara ante los jueces “que necesitaba la sangre como algunos el alcohol”, o con el norteamericano Richard Chase, nacido en 1950, el argentino Florencio Fernández, que aprovechaba, que por el calor las ventanas estaban abiertas para introducirse por la noche en las habitaciones de muchachas, a las que ataba a la cama y les mordía en la garganta para beber su sangre, o el Vampiro de Hannover, que fue condenado por asesinar y beber la sangre de 27 muchachos de entre doce y dieciocho años, aunque él se jactara de que habían sido unos 40; y así una larga lista, que no respeta sexo, edad, ni nacionalidad, como Filita Malisha de 60 años de Zambia, que en 1995 se acusó a sí misma de haber matado a siete de sus hijos para beber su sangre, o el vampiro de Teherán, de 28 años, Gholamreza Khoshrou, colgado en 1997 de una gran grúa en presencia de miles de personas, acusado de asesinar al menos a nueve mujeres y niñas a las que bebía su sangre.

Parece que esto de los vampiros pertenece a tiempos pasados, sin embargo últimamente ya sean reales, una estafa basada en un montaje fotográfico, o un asunto periodístico para llamar la atención, están apareciendo fotografías que se venden en eBay, afirmando que los fotografiados son vampiros, y que han pervivido en el tiempo.

Primero fue Nicolas Cage, cuya fotografía tomada en 1870, la vendía un ciudadano de Tennessee (EEUU) por un millón de dólares, afirmando que esta era una prueba irrefutable de que el actor era un vampiro. Posteriormente una semana más tarde, (29/ 9/2011) le ha tocado el turno a John Travolta, en una foto que supuestamente fue tomada en 1860 y de la que afirma su vendedor: “Esta es una fotografía de vidrio rubí y única en su clase. No ha sido cambiada, alterada ni modificada de ninguna manera. Está nítida y tan bonita como el día en que fue tomada aproximadamente hace 151 años".

Mas reales eran las noticias que traía la prensa el 14 del 9 del 2011: “Arrestan a una joven ´vampiro´ por atacar a mordiscos a un anciano". Una joven ha sido arrestada en Estados Unidos acusada de arrancarle a mordiscos pedazos de la cara y de un brazo a un anciano que dormía en el porche de un restaurante, después de explicarle que era una mujer “vampiro”. ¿Personajes enloquecidos? ¿Necesidad de sangre? ¿Deseos de inmortalidad? No se sabe, pero es evidente que personajes similares a estos siguen apareciendo de vez en cuando en las noticias de los periódicos.

Sin embargo, hay otro tipo de vampiros, los vampiros síquicos, aquellos que tenemos con frecuencia a nuestro lado, que no nos chupan la sangre física, pero que se comportan del mismo modo que los vampiros clásicos, nos absorben la energía, la vida, son gente negativa que están vampirizando nuestras ganas de vivir y que se alimentan de nuestro espíritu, sólo, que estos nunca aparecerán en los periódicos ni en las viejas historias, y a los que no les asustan ni los ajos, ni las cruces de plata, pero contra los que sí hay un hechizo que nunca falla: Ármese de valor, cabréese con ellos y dígales: "¡Vete por ahí, y déjame en paz!" Y tras ello posiblemente desaparezcan para siempre y vuelvas a tener de nuevo una vida feliz.

Fuente: Facebook

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