La Magia del Caos y la literatura: Las influencias del caoísmo - Nekromorty

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domingo, 7 de febrero de 2021

La Magia del Caos y la literatura: Las influencias del caoísmo


El caoísmo, o magia del caos, es una escuela de magia surgida en Inglaterra a finales de los años setenta. No sería demasiado aventurado afirmar que la magia del caos propugna una «sacralización de la ficción», hasta el punto de que un autor de cómics tan profundamente caoísta como Grant Morrison ha afirmado utilizar a Superman o a John Lennon como figuras cuasi-divinas en sus rituales.

Y es que, desde su misma concepción, las relaciones entre magia del caos y literatura (y en particular la literatura de género; la que comprende fantasía, terror y ciencia ficción) han sido muy estrechas. Por eso, este artículo nos llevará a hablar de escritores de la talla de H. P. Lovecraft, Michael Moorcock, William S. Burroughs, Neil Gaiman e incluso Terry Pratchett.

¿Qué es la magia del caos?

Creada en la Inglaterra punk y contracultural de finales de los setenta, la magia del caos fue concebida bajo una filosofía igualmente punk y contra-cultural. Su motto es: «nada es verdad y todo está permitido».

No es una religión, no impone dogmas y pretende alejarse de la típica «magia ceremonial» tan en boga en los siglos XIX y XX, mucho más formalista, como la británica Golden Dawn (con integrantes como Aleister Crowley y el escritor de terror Arthur Machen). De hecho, propone abordar la praxis de esta disciplina de un modo utilitario. Un mago del caos elige sus propias creencias y métodos, y los emplea o abandona en función de si los resultados son favorables o no.

La magia del caos se articula en torno a unos principios muy básicos, que podrían resumirse en:
  • Una concepción dualista de la existencia.
  • Una magia práctica y orientada a la obtención de resultados, que adopta y rechaza a placer todo sistema de creencias y sus prácticas.
  • El uso de sigilos como herramienta más habitual, si bien no la única.
  • La búsqueda de un estado alterado de conciencia (la gnosis).
Sea como sea, cualquier definición de esta vertiente posmoderna y libre de la magia va a ser, por fuerza, básica e incompleta (y además no es el objetivo de este artículo). Si quieres más información sobre la magia del caos puedes consultar este post o este otro. También puedes echarle un ojo a la bibliografía básica que aparece al final.

Magia del caos y literatura: ¿Cómo ha influido esta última?

Por su propia idiosincrasia, las relaciones entre magia del caos y literatura se manifestaron ya desde el principio del movimiento. La narrativa anglosajona de género de los setenta y ochenta ejercía de punta de lanza de la contracultura y, en parte debido a esto, el caoísmo recibió múltiples influencias literarias.

El símbolo del caos, un invento del escritor de fantasía Michael Moorcock

Tanto los jugadores de Warhammer y de rol como los lectores del ciclo de novelas de Elric de Melniboné encontrarán familiar el sigilo del Caos: son ocho puntas de flecha distribuidas de forma radial que conforman una especie de estrella.

Esto se debe a que el símbolo fue creado originalmente por el escritor de fantasía y ciencia-ficción Michael Moorcock a principios de los años sesenta, en lo que constituye una de las primeras relaciones entre magia del caos y literatura.

Moorcock fue uno de esos autores que abandonó los conceptos maniqueos del Bien y del Mal en la literatura de fantasía, típicos de escritores seducidos por la moral cristiana como C. S. Lewis y J. R. R. Tolkien, y los sustituyó por los más ambiguos e interesantes Ley y Caos. Su Elric de Melniboné es un antihéroe albino que no tiene nada que envidiar a su contrapartida polaca Geralt de Rivia y, de hecho, Gary Gygax admitió que el origen de los diferentes alineamientos morales que pueden elegir los jugadores del juego de rol Dungeons & Dragons están directamente inspirados por Moorcock.

Se han sugerido algunas interpretaciones más esotéricas, pero lo cierto es que Moorcock ideó el símbolo mientras hacía bocetos en la cocina. Empezó dibujando un cuadrante geográfico (norte, sur, este y oeste) y después decidió añadir otras cuatro flechas para representar todas las posibilidades del Caos (frente a una sola flecha, que fue el símbolo que eligió para la Ley).

La estrella con las ocho flechas de Moorcock fue adoptada por los practicantes de la magia del Caos. Por esta y otras vías fue popularizado entre parte del Fandom, y de ahí trascendió a la cultura popular.
Terry Pratchett, el octarino y los dioses que existen porque crees en ellos

Hay muchas más conexiones entre magia del caos y literatura. Una de los antecedentes más claros para el surgimiento de esta corriente fue el discordianismo, una religión de tintes paródicos aparecida en los años sesenta (como el pastafarismo, mucho más reciente y quizá hoy más conocida).

Los caoístas tienen bastante sentido del humor —al fin y al cabo la existencia misma es una «gran broma»— y, por tanto se han mostrado muy receptivos a los puntos de vista de un escritor de fantasía tan brillante y ácido como Terry Pratchett.

Pratchett fue un gran conocedor de las religiones y las prácticas mágicas antiguas y recientes de Inglaterra. Por ejemplo, la saga de las brujas (el Coven de Lancre) guarda muchos paralelismos con la religión de la Wicca fundada por Gerald Gardner. Esto se debe a que Pratchett ha citado como influencias tanto The White Goddess, de Robert Graves, como las teorías sobre brujería de la antropóloga Margaret Murray, obras que también sirvieron como fuente de inspiración para la Wicca (Sirens: collected papers, 2012).

En el mundo de ficción de Terry Pratchett el octarino es el octavo color del espectro, el color de la magia, y el cual da título al primer libro del Mundodisco. Es un color imposible de describir («púrpura amarillo verdoso»), y en este sentido, se parece a aquel que aparece en el relato El color surgido del espacio, de H. P. Lovecraft.

El concepto del octarino fue adoptado por muchos caoístas e incorporado a sus rituales. En el Mundodisco, solo los magos y los gatos pueden ver este color, debido a que sus ojos no solo poseen conos y bastones, también tienen células octagonales. Aun así, existe una forma en el Mundo Redondo (o sea, el nuestro) para ver el octarino sin necesidad de ser magos de pleno derecho. Si quieres probar, tienes una explicación detallada de cómo hacerlo en este enlace.

Más importante aún que el octarino es el hecho de que, libro tras libro (Dioses menores es quizá el que lo representa con mayor claridad), Pratchett insiste en una idea fundamental para la magia del caos, y es que «los dioses tienen más poder cuanto más creemos en ellos».

Algunos han atribuido esta idea, popularizada sobre todo por Neil Gaiman en American Gods, a Genesis P-Orridge —mago y artista experimental británico, por desgracia fallecido hace alrededor de un mes— y su Temple Ov Psychick Youth. Esta organización surgió de forma paralela a la magia del caos y guarda con ella muchos puntos en común. Para caoístas como Grant Morrison, como comentaba al inicio del artículo, Superman o John Lennon pueden convertirse en dioses, del mismo modo que los norteamericanos de American Gods han entronizado a nuevas divinidades como Media (representación de la cultura de masas) o Míster Mundo (dios-trasunto de la globalización).

Las similitudes entre algunos conceptos del Mundodisco de Terry Pratchett y la magia del caos cristalizaron en un libro relativamente reciente: The Octavo: A Sorcerer Scientist’s Grimoire (2010) escrito por uno de los fundadores de Los Iluminados de Tanateros, el propio Peter J. Carroll. Entre otras cuestiones, Carroll hace referencia a la psicoteología dentro del caoísmo: la creación de un panteón de dioses personal (y personalizado). Si te animas a leerlo, ten en cuenta que The Octavo está basado en la serie de libros de La ciencia del Mundodisco, así que prepárate para enfrentarte a una buena dosis de matemáticas.

Antiguos y primigenios: Magia del caos y H. P. Lovecraft

Otra importante conexión entre magia del caos y literatura se articula en torno a la figura de H. P. Lovecraft. Inicialmente publicada en revistas pulp, la obra del maestro del horror tentacular ha sido reevaluada con el paso de los años hasta pasar a considerarse de importancia seminal en la literatura de terror y new weird contemporánea.

En las últimas décadas, además, su particular visión materialista y atea sobre la realidad y el universo se ha convertido en campo de inspiración para ciertas escuelas de pensamiento y corrientes filosóficas (particularmente, Deleuze y Guattari, pero también Nick Land y la CCRU). Por supuesto, esta revalorización del genio de Providence también ha implicado una paralela y progresiva banalización, acabando transformado al mismo tiempo en icono para la cultura de masas en forma de avalancha de peluches y memes.

A pesar de que él mismo admitía que todo lo que sabía de magia lo había aprendido de la Enciclopedia Británica, Lovecraft también fue inspirado por las obras sobre brujería de Margaret Murray, como sería el caso de Terry Pratchett años después. A partir de los años sesenta, y a lo largo de todo el siglo XX, su imaginario también sirvió de inspiración para diversas corrientes mágicas, entre ellas las prácticas de la iglesia satánica de Anton Szandor LaVey (a través de Michael Aquino, entonces miembro de su iglesia, pero que más adelante pasaría a formar el Templo de Set) y, por supuesto, también la magia del caos.

La aplicación mágica por parte de los caoístas del panteón de los Antiguos es —como no podría ser de otro modo— bastante libre e irregular. La mayor parte de esta influencia llega a la magia del caos a través del thelemita Kenneth Grant. A mediados de los noventa, Phil Hine escribió el Pseudonomicon, un tratado para lidiar con las criaturas de los Mitos.

Por otra parte, Peter J. Carroll incluye a Azatoth entre las divinidades favoritas de la magia del caos, junto con el Baphomet de los templarios, los dioses griegos Eris y Urano, y la diosa Apofenia. Advierte, eso sí que «el primer motor del caos, la antítesis de la creación, el necio sultán de los demonios; el que roe, gime y babea en el centro del vacío final» solo debe ser invocado en situaciones de emergencia.

La palabra es un virus: Burroughs y Gysin

La última conexión entre magia del caos y literatura que aborda este artículo concierne a los escritores William S. Burroughs y Brion Gysin.

Burroughs es conocido sobre todo por dos novelas: Yonqui (1953), que narra sus experiencias con la heroína, y El almuerzo desnudo (1959), una obra no lineal, compuesta de viñetas vagamente interconectadas y que representa bastante mejor sus inquietudes y su legado como escritor. Además, Burroughs es también famoso por su vinculación con diversas prácticas esotéricas y mágicas, así como por defender y practicar una serie de creencias y técnicas bastante interesantes.

Una de estas creencias de Burroughs se basa en la premisa de que el lenguaje es un virus. Esta idea aparece ya expresada en sus primeras novelas. En The Ticket That Exploded (1962), Burroughs declara:
La palabra es ahora un virus. El virus de la gripe pudo haber sido en algún momento una célula pulmonar sana. Ahora es un organismo parasitario que invade y daña el sistema nervioso central. El hombre moderno ha perdido la opción del silencio. Intenta detener todo diálogo sub-vocal. Trata de alcanzar siquiera diez segundos de silencio interior. Encontrarás un organismo resistiéndose que te obliga a hablar. Ese organismo es la “palabra”.
Burroughs además creó dos técnicas que posteriormente utilizaron Genesis P-Orridge y magos del caos como Phil Hine. Una de ellas es la del playback, que consiste en emplear una grabadora para almacenar el audio de un lugar o una persona determinada y luego reproducirlo días después a un volumen muy bajo, subliminal, con el objetivo de lanzar una maldición contra el mismo.

La otra técnica de Burroughs (en realidad desarrollada —o más bien redescubierta, pues ya era utilizada por las vanguardias artísticas en los años veinte— por el poeta Brion Gysin) es la del cut-up. La idea es tan simple como combinar fragmentos de frases entre sí para construir textos nuevos, no muy diferente del collage, que hace más o menos lo mismo con fragmentos de diferentes imágenes. De hecho, el Principia Discordia, la biblia del discordianismo, también es definida por su autor como un collage.

En el año 1993, Burroughs entró a formar parte de los Iluminados de Tanateros, pasando de caoísta oficioso a caoísta «oficial».

Conclusiones:

Como ha quedado demostrado, los vínculos entre magia del caos y literatura son variados y profundos. Eso sí, con la excepción de los autores de cómic vinculados a la revista 2000 AD —con Grant Morrison a la cabeza— (Alan Moore representa un caso aparte), no he encontrado grandes evidencias de que exista una relación en sentido inverso: es decir, novelas, relatos, etcétera, que hayan sido influidas por la propia magia del caos.

Así pues, si conoces algún novelista de cierto renombre que además se pueda considerar practicante de magia del caos, por favor, no dudes en decírmelo en los comentarios. Para concluir, dejo por aquí algo de bibliografía para el que quiera investigar más, junto con algunas de las referencias citadas en este artículo.

Fuente: Victor Selles

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