Optografía: ¿Qué ve un ojo humano antes de morir? - Nekromorty

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domingo, 27 de diciembre de 2020

Optografía: ¿Qué ve un ojo humano antes de morir?


En casos tan difíciles de resolver como el de Jack el Destripador, el asesino en serie aún no identificado de 1888, que alguna víctima hubiera guardado su imagen en sus ojos habría sido de mucha ayuda. Se dice que con una de de ellas, Mary Jane Kelly, se practicó optografía.

Cualquier evidencia que se consiga posterior a un asesinatos es de gran ayuda para conseguir al culpable, durante un tiempo y en pleno apogeo de las imágenes y la fotografía se pensó que el ojo humano era capaz de guardar la última imagen vista antes de una persona morir, y a esta curiosa ciencia se le llamó Optografía.

Particularmente, en casos en los que se hallaba el cadáver de una víctima de un crimen con los ojos abiertos y se contaba con pocas pistas, la idea de que se pudiera revelar literal y figurativamente quien había sido el asesino resultaba super atractiva.
La optografía, es el proceso de revelar la última imágen de la retina, conocidas como optógramas.
La idea de que en el ojo de una persona muerta existe una “imagen congelada y perpetua” de su último momento de vida se originó en el siglo XIX, en el año 1863 para ser más precisos, cuando el fotógrafo inglés M. Warner hizo una foto de un ojo de un becerro unas horas después de que fue muerto en el matadero. En el análisis de la imagen capturada le pareció ver en la retina del ojo un claro reflejo del suelo de concreto, la última imagen que el becerro vio.

Posteriormente en la Universidad de Heidelberg en Alemania, un profesor de fisiología llamado Wilhelm Friedrich Khüne se enteró del descubrimiento e interpretó que ese pigmento y la reacción fotoquímica podían ser lo que se usaba para preservar las imágenes en el ojo al momento de la muerte. Khüne pensó que si encontraba la forma de fijar permanentemente esa imagen final con químicos, se podría preservar y estudiar. Fue este el que acuño el término “optografía”.

Este científico amarraba ranas y conejos para forzarlos a que miraran objetos brillantes durante largos períodos de tiempo. Luego los decapitaba y les sacaba rápidamente los ojos, los cuales llevaba a un cuarto oscuro donde los cortaba y fijaba el pigmento de la retina con una solución de alumbre que finalmente era bañada en ácido sulfúrico. En uno de sus experimentos más exitosos, aparecía grabada en la retina la imagen de una ventana con sus cristales y barras que había forzado a un conejo a mirar.

En 1880 pudo hacer el experimento más crucial. Un hombre condenado a muerte por haber ahogado a sus hijos fue llevado a la guillotina. A Kühne le permitieron quitarle los ojos apenas la cuchilla cortó su cabeza. Los procesó rápidamente y declaró que había logrado ver una imagen clara en el ojo. Aunque el optograma ya no existe, quedó una ilustración en “Observaciones para anatomía y fisiología de la retina” que Kühne publicó en 1881. La imagen encontrada se asimilaba a unas escaleras.

El caso es que el único optograma de un ser humano no es muy convincente, y sin embargo la teoría sobrevivió por al menos otras tres décadas. Llegó al punto que no era raro que la policía tomara fotos de los ojos de las víctimas de asesinatos, en caso de que se pudieran ver imágenes en ellos. Incluso los asesinos seriales le quitaban los ojos a sus víctimas para que no quedaran evidencias.

A pesar de ello, esta teoría fue desapareciendo con el tiempo y actualmente quedo totalmente abolida debido a lo complicada y poco eficiente que resultaba, y quedó consignada como una oscura rareza histórica del mundo de la ciencia.

La púrpura visual:

Fue un fraile del siglo XVII llamado Christopher Schiener quien propuso por primera vez que las últimas imágenes se quedaban en los ojos de las personas y podían ser detectadas y estudiadas. El fraile dijo haber visto una imagen grabada en la retina de una rana que estaba disecando y, aunque no sabía cómo podía haber sucedido algo así, concluyo que era lo último que el animal había visto.

Con el advenimiento de la fotografía en la década de 1840 se hizo evidente cuán similares eran las cámaras y los ojos, tierra fértil para que resurgiera la hipótesis de que, básicamente, podíamo tomar fotos con nuestro cuerpo.

En 1876, el fisiólogo Franz Christian Boll descubrió que dentro de los bastones de la retina había un pigmento que se decoloraba al ser expuesto a la luz y se regeneraba con la oscuridad. Lo conocemos como rodopsina o púrpura visual y por ser tan sensible a la energía lumínica permite la visión en condiciones de poca luz.

              BBC

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