Decadencia Romántica: Bendíceme con la feminidad de la muerte - Nekromorty

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miércoles, 21 de octubre de 2020

Decadencia Romántica: Bendíceme con la feminidad de la muerte


Si decides bendecirme con la feminidad de la muerte, nada pasaría, sería un final con mucho más drama, el atractivo más pleno que la tragicomedia de Romeo y Julieta, la decadencia romántica del moribundo por tu lejanía, el tormento encarnado en el alma que me aleja del borde de tus labios.

Al final de la vida, aun en la angustia de millones de hades, idealizaré con esperanza tu ultimo beso, mantendré mis ojos abiertos ahora sin vida para ser el testigo silente de tus dulces caricias, y justo cuando el aire nocturno me lleve de viaje a mundos astrales, esperaré por ti para contemplar las estrellas fugaces hasta convertirnos en uno de ellos. 

Si decides arrancarme el alma maldita, seguiría amándote, me perdería entre los viejos momentos de afectos jamás experimentados, hurgaría en cada esquina del mundo por tu amor tan constante, aunque los planos astrales nos mantengan distantes, marcaría tu vida con mil alegrías y mantendría vivo los pequeños detalles, solo así te sentiría más cerca. Dudo de Dios y del mundo si no estas en mi vida, estaría abandonada y vacía, sin coherencia de ningún tipo, el paso del tiempo no tendría sentido y fuera incierto. 

En las noches empezaría a buscarte para darle valor a mis días, y estas aquí vida mía, anhelo tenerte a mi lado, ignórame y deja intacta mi vida, escoge cualquier paraíso en esta u otra galaxia, y con gusto te llevaré de la mano, sin ti cualquier lugar es un infierno execrable de miseria y muerte. Rebuscaré entre las bóvedas sobre la tierra, y de todos los dioses que halle te crearé uno nuevo y perfecto, para que esté siempre a tu lado. 

Hazme eterno, llévame contigo, ignora mis ruegos y no me hagas caso; si pudiera empezar desde cero y reescribir la historia de mi vida, borraría la tristeza profunda en tu alma y perpetuaría tu aroma en la mía, envejecería hasta morir junto a ti en aquel paraíso perdido que siempre soñaste, en ese cálido hogar donde disfrutemos nuestros últimos días. Y cuando se vuelvan grises nuestros cabellos y frágiles nuestros cuerpos seniles, te susurrare antes de mi último aliento: Siempre te he amado.

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